Hacerle el juego a la Ultraderecha por José Francisco Puello-Socarrás
En política es un error confundir dogmatismo con 'convicciones'
Llamamos afines a aquellas naturalezas que al encontrarse se aferran con rapidez las unas a las otras y se determinan mutuamente (...) las relaciones comienzan a ser interesantes a medida que provocan separaciones.
Las afinidades electivas (Filme de Paolo & Vittorio Taviani, 2006).
Mediante una carta pública, el ex candidato presidencial por la Coalición Colombia, Sergio Fajardo anunció: "(...) voy a votar en blanco. En la campaña dije una y otra vez que ni Duque ni Petro, y no lo hice como una artimaña estratégica. Lo dije porque pienso que ninguno de los dos representa lo que nosotros queremos para Colombia" [énfasis propio] (El Tiempo, 31 de mayo de 2018, 6:50 am).
La declaración resulta útil porque finalmente despeja varias dudas.
Empezando porque introduce un alto grado de certidumbre, en cuanto a las alianzas electorales pronosticadas para la segunda vuelta presidencial en Colombia, de cara al ballotage que se realizará en el mes de junio.
Los Partidos Liberal (después del estrepitoso fracaso de su candidato en primera vuelta: Humberto De La Calle, anterior jefe de negociaciones de paz en La habana) y Conservador (huestes de la candidata a vicepresidente por parte del uribismo, Martha Lucía Ramírez) habían anticipado públicamente, un par de horas antes, sus respectivos apoyos a la candidatura de Iván Duque (Centro Democrático), el ganador de la primera vuelta presidencial.
Aunque estas decisiones no podían predecirse tampoco resultan completamente sorpresivas.
Como se advirtió de múltiples maneras desde el mismo inicio de esta carrera presidencial, la Coalición Colombia, es decir, el "sancocho" ideológico entre Fajardo, la Alianza Verde (AV) y el Polo Democrático Alternativo (PDA) -o, ¿deberíamos relajar los eufemismos y decir directamente: el MOIR?-, en un escenario electoral análogo, al último partido que apoyaría sería a los autodenominados: Progresistas (y su coalición); y, a la última persona que respaldaría era Gustavo Petro. Las razones: muchas.
Para no entrar en la historiografía, hoy en día bastante bien conocida, en pretérito y en futuro, las diferencias personales entre varios de sus dirigentes, empezando por Jorge Enrique Robledo y Claudia López (quien durante los últimos días mostró ser la menos dogmática del trío de líderes de la Coalición Colombia), para muchos analistas, se sabían obstáculos "infranqueables" (aunque en política, y menos cuando se trata de temas electorales, hay nada escrito).
El significado del "voto en blanco" de Fajardo tiende analizarse entonces a partir de las distancias personales. Craso error.
Se precisa, al contrario, interpretar la situación a través de las proximidades políticas, entre otras cosas históricas y de suyo conocidas pero que fueron, en todo caso, "puestas entre paréntesis" en la mente, sentimientos y percepciones de muchos electores fajardistas, en medio de la campaña electoral. De hecho, en virtud de lo estrictamente programático, y si bien existen diferencias, ambas propuestas: Colombia Humana y el programa de la Coalición resultan estar muy sintonizadas y son complementarias en varios temas.
Por ello, las implicaciones políticas de la decisión (aparentemente imparcial) de Fajardo, más que alejarlo definitivamente de Petro, lo acercan nuevamente a Uribe Vélez. Sí, escucho bien: nuevamente.
Fajardo: tan cerca del Centro (Democrático) y tan lejos de Dios...[1]
Para nadie bien informado era un secreto la afinidad electiva (en términos de Goethe; no de Weber) entre Fajardo y el actual, mal llamado: "Centro Democrático" (un análisis verosímil sobre sus discursos, prácticas y composiciones orgánicas demostraría fácilmente que ni son una expresión política "de centro" ni tampoco democrática; se trata de ultraderecha "pura y dura", por decirlo elegantemente).
En primer lugar, las simpatías con su cabeza más visible: el expresidente, hoy senador de la república, Álvaro Uribe Vélez. Fajardo nunca las ha ocultado. Ni antes ni hoy. Campaña mediante las declaraciones contra el Centro Democrático, y por interpuesta persona hacia Uribe Vélez, fueron insinceras. Sobre esto existen diferentes pruebas.
Una de las más evidentes debe rememorar, en este preciso momento, la columna escrita por Sergio Fajardo en El Colombiano del 14 de diciembre de 1997 (página 4A), titulada: "El Gobernador Uribe", donde los elogios para el entonces saliente gobernador de Antioquia (uno de los períodos más escabrosos dentro de la historia del pueblo antioqueño), rayan en la idolatría:
"Un primer calificativo de la gestión del Gobernador Uribe es ese: honesta (...) la experiencia vivida en Antioquia en estos tres años es un aporte importante en la búsqueda de nuevos caminos para nuestro desarrollo...
La concepción de Estado Comunitario que impulsó el Gobernador es un avance significativo, que supera las disquisiciones teóricas, tan fáciles de escribir en un papel y plasma sus propuestas en acciones concretas de gobierno...
El gobernador Uribe es uno de los pocos líderes que tiene el país...".
No es el momento de contestar con otra interpretación sobre los resultados de la gestión de Uribe Vélez como gobernador de Antioquia (existen varios procesos judiciales que lo están realizando) porque es bien conocido el balance, en cifras y en sangre -vaya casualidad- de los sectores pobres y empobrecidos de ese departamento.
En segundo lugar, tampoco resulta ser un misterio la llamativa cercanía de Fajardo con otro de los tristemente famosos íconos del Centro Democrático: José Obdulio Gaviria.
Se trata, esta vez, de otro personaje siniestro de la política colombiana, aunque ya no un "socio" como Uribe Vélez sino un primo del narcotraficante Pablo Escobar Gaviria.
El portal Wikileaks documentó esta cercanía a través de un cable confidencial desclasificado proveniente de la Embajada de los EE.UU. en Bogotá, y que podríamos hoy decir es clarividente que data del 18 de junio de 2009, titulado: "FAJARDO DISPELS IDEA OF A UNITED FRONT AMONG INDEPENDENTS AND SPELLS OUT CAMPAIGN PLATFORM" (ver: https://bit.ly/2kBKrzj).
En el punto 4 del resumen del telegrama, subtitulado: "Fajardo Will Not Join Anti-Uribe Front" (en inglés: Fajardo NO adherirá un Frente Anti-Uribe), se anota:
"Fajardo said he will not join any anti-Uribe front, adding that he maintains good relations with close Uribe advisor Jose Obdulio Gaviria. Still, he ruled out an eventual Fajardo-Uribe electoral rapprochement, claiming that Uribe cannot tolerate his insistence on maintaining his independence. Fajardo said his relations with Uribe soured after current Medellin Mayor Alonso Salazar and he turned down Gaviria's offer for Salazar to run as the U Party candidate in the 2007 mayoral race. Fajardo said they refused Gaviria's overture because they disagreed with some of Uribe's policies and wanted to maintain their autonomy" [énfasis propio]
La coherencia del dogmatismo y el dogmatismo de la incoherencia
Más allá de cualquier asociación, lo que debe ser abordado en la coyuntura inmediata son las implicaciones de la decisión de la Coalición Colombia (Fajardo, Robledo y etcéteras) al decidir votar "en blanco" en segunda vuelta.
En primer lugar, la decisión resulta ser un voto implícito pero, especialmente, un aval directo para Uribe Vélez (a través de su candidato: Iván Duque), con todo lo que ello representa en términos económico políticos.
Los resultados del domingo pasado (27 de mayo) en primera vuelta y la diferencia en votos entre Duque (7'567.448) y Petro (4'850.549) precisaban la posibilidad de una alianza "Petro-Fajardo" con el propósito de aumentar las probabilidades de derrotar al Centro Democrático en la elección definitiva.
Registrando sintonías y disfonías en el terreno programático, y aunque también las tuviera con Duque, las convergencias de la Coalición Colombia más allá de Fajardo -por eso, insistimos: en el plano programático- no parecían imposibles y, ante el nuevo panorama, se la lógica pura dictaría los rumbos de la acción.
Pero, incluso, también eran lógicamente posibles, si no se hubiera impuesto el dogma por encima de la política (en el riguroso sentido de la palabra).
La decisión de la Coalición es ininteligible, estratégicamente hablando, y eventualmente significaría el suicidio político de una apuesta que, si bien resultó perdedora en primera vuelta, en todo caso, salió fortalecida en el mediano y largo plazos. Me explico.
El panorama electoral y la distancia que media hoy por hoy en votos (ya no en los números masajeados por las encuestas prepago) entre Duque y Petro, conducía inevitablemente a provocar una alianza con Fajardo.
Petro estaba obligado a propiciarla y los términos favorables de una hipotética negociación estarían del lado de la Coalición Colombia, no de la Colombia Humana.
Dentro de la lógica latina del do ut des,en el corto plazo y resultados en mano en Bogotá, la Coalición -apoyando a Petro en segunda vuelta- tendría toda la legitimidad y más que asegurada la victoria en la próxima elección a la Alcaldía de Bogotá (su ex candidata vice presidencial, Claudia López). A mediano plazo, Petro tendría que ceder gobernabilidad y, sobre todo, gobierno: por ejemplo, carteras ministeriales claves, donde evidentemente el protagonismo y los réditos políticos de la Coalición Colombia serían automáticos. En el largo plazo, y manteniendo la hipótesis de cumplimiento de la promesa hecha por Petro sobre no buscar la reelección pero sí dejar un "sucesor" que trascendiese los propósitos de la Colombia Humana, aseguraban el mejor escenario para pactar un gobierno presidencial de la Coalición Colombia a partir del año 2022.
Bajo esta hipótesis, los que hubieran salido fortalecidos eran ciertamente los partidos de la Coalición Colombia. Incluso, se trataba de un escenario que, visto en prospectiva, especialmente, en el corto y largo plazos, no era el ideal para los Progresistas et alt.
Por ello, la mentada "coherencia" que propone la Coalición Colombia no resulta tal, políticamente hablando.
¿Es coherente Sergio Fajardo pero en tanto persona en "no adherir" a un posible frente anti-Duquista, es decir, anti-Uribista, tal y como lo muestra su biografía política? Sí. ¿Es congruente Fajardo, como individuo, al adherir con el programa neoliberal de Duque quien, así como él, pone en el centro el despropósito de las (fallidas) políticas de emprendimiento? Desde luego! ¿Es coherente Robledo al "no adherir", en lo personal, al programa neo-liberal-desarrollista de Petro (aunque, parece ahora no molestarle el recontra-neoliberal-financiero de Uribe y Duque)? Incluso.
Pero la Coalición Colombia definitivamente es incoherente, inconsistente e incongruente al escoger la insensatez del dogma y el personalismo por sobre la reflexividad de la política, yendo en contra de sus propios intereses electorales (y manoseando las expectativas forjadas de sus electores).
El hecho resulta ser mucho más grave.
La irresponsable (in)decisión pues -lo saben perfectamente aquellos sectores de la Coalición que, desde luego, conocen lo que desconoce Fajardo (su candidata a vicepresidenta Claudia López tiene varios libros sobre paramilitarismo en la era Uribe!)- le han dado un aval casi determinante a lo que personifica el proyecto uribista y en concreto Duque parte I, stricto sensu la reedición de Uribe parte IV, ahora potenciado por su afán de vendettas, en la piel del pueblo de las y los colombianos, en los planos económico, social, político, en lo vital. Sobre este particular, la historia nos absuelve de nombrar acontecimientos y cifras. No así a Fajardo, Robledo et alt., quienes, por el contrario, la historia no los absolverá en su 'convicción' de hacerle juego a la ultraderecha colombiana.
Como lo plantee: un gobierno de Petro mantendrá el neoliberalismo (aún en su versión "humana" y, desde luego, una contradicción en los términos) y la tragedia que ello ha significado pero un gobierno de Duque repetirá la historia como farsa y llevará a los límites insondables de la catástrofe, la hecatombe en que se debate nuestra sociedad colombiana.
El dogma, enceguece, envilece; la política (no, la politiquería, dos cosas distintas), por el contrario, debe iluminar, envisionar los futuro(s)
[1] Paráfrasis de una frase popular: "México, tan cerca de los Estados Unidos y tan lejos de Dios".